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Punto de partida

El dulce negocio de Sweets Hamilton

El dulce negocio de Sweets Hamilton

Si hay algo que llamó la atención entre los asistentes al Bazar ED el fin de semana pasado, fueron las largas filas para comprar galletas en un pequeño carrito. Se trata de Sweets Hamilton, el emprendimiento de la reconocida influencer en repostería, Teresita Hamilton (27). Aquí la ingeniera comercial cuenta cómo llegó al mundo de la cocina, explica el éxito de su marca y cómo fue el recorrido para construir su propio negocio.

Por: Catalina Vicuña | Publicado: Sábado 16 de noviembre de 2024 a las 21:00
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El día antes del Bazar ED, la fundadora del emprendimiento Sweets Hamilton, Teresita Hamilton, le comentó a su mamá, Verónica Miranda, que si no lograba vender todas las galletas que tenía preparadas para el evento en el Parque Bicentenario, tendría que congelar las masas para intentar venderlas más adelante.

“Pensaba que era difícil que alguien pagara una entrada sólo para comprar una galleta”, recuerda la joven.

Hamilton se equivocó. Pese a que era la primera vez que su emprendimiento Sweets Hamilton ofrecía productos al público, el éxito fue absoluto: “La primera tanda que horneamos, que debería haber durado dos días, se me acabó a primera hora de la primera mañana del bazar”. 

En la feria ofreció seis variedades de galletas: pistacho, doble chocolate chip, cinnamon roll, nutella, lemon cake y frambuesa con chocolate blanco. Los precios, cuenta, fueron desde los $ 3.990 hasta los $ 4.490. Vendió más de 5 mil galletones en cuatro días. 
 

Haga la matemática

A través de sus cuentas en las redes sociales, la influencer de 27 años enseña el paso a paso de cientos de recetas de repostería. “Mucha gente me escribe para decirme que mi contenido les da paz”, dice. 

Teresita Hamilton hoy es considerada una de las creadoras de contenido más reconocidas en redes sociales: tiene más de 450 mil seguidores en Instagram y 407 mil en TikTok. Pero más allá de la cantidad de followers, el engagement -aunque no tiene una cifra oficial- es superior al 5%; sus reels en Instagram son reproducidos un millón de veces, en promedio, y cada una de sus historias tiene, en promedio, 50 mil visualizaciones.

“Hay que saber llegar a la ciencia exacta de tu propia red social para ver qué es lo que funciona en tu perfil”, explica. Y agrega: “Eso ha sido clave, conocer la herramienta, aprender a usarla bien y así conectar con la gente, haciendo algo que les sea útil”.

Cupcakes, galletas y calugas

Sobre cómo empieza su gusto por la cocina, la joven cuenta que siempre ha tenido una afición por el mundo artístico.

“Una vez mi mamá me dio un kit para hacer cupcakes y, decorándolos me di cuenta de que la repostería era un mix perfecto entre el arte y los negocios, otra cosa que me encanta desde que soy chica”, comenta.

En sexto básico, con el fin de ganar independencia económica, inició su primer emprendimiento vendiendo cosas dulces a sus compañeras de colegio. Para cuando estaba en tercero medio, y recibía encargos más grandes para eventos familiares, la marca ya tenía nombre: Sweets Hamilton.

De ahí comenzó a vender calugas a sus conocidos. Ella cocinaba y hacía el packaging a mano y contrataba a sus compañeras de curso como vendedoras. “Ahí tenía mi equipo”, recuerda Hamilton, entre risas. “Les pagaba comisión a mis amigas por venta y a las tres mejores vendedoras les daba un bono. Incluso, le pagaba a alguien para que me ayudara a revolver la olla de caluga”. Con ese negocio, recuerda, ganó casi $ 3 millones.

Cuando salió del colegio, entró a Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile. “Yo quería, desde chica, ser mi propia jefa, tener mi negocio”, explica. “Al final es como ‘el sueño del pibe’, que todos tenemos, pero yo tenía muy claro que quería hacerlo con la repostería”.

La carrera, en ese sentido, fue fundamental para convertir su “mini emprendimiento simpático” en un negocio de verdad, señala. “Me enseñó a ordenar y englobar la empresa como un uno y no ser sólo yo haciendo tortas en mi casa, sino que poder escalar el emprendimiento a un nivel que funcione bien, que sea legal y que se sustente a sí mismo”, dice. Hoy, ella misma es quien ve las finanzas, los costos y los flujos de caja de la marca.
 

La enfermedad y el viaje a Europa

Teresita Hamilton cuenta que estando en sus primeros años de universidad comenzó a tener síntomas de distintas enfermedades autoinmunes, como fatiga crónica y artitis en las extremidades. Se hizo varios exámenes médicos que no le arrojaron ningún resultado claro. Entonces, se convenció de que lo que necesitaba era “salir a vivir. Porque de verdad no estaba viviendo”. 

Congeló sus estudios para irse a viajar  por tres meses a Europa. Allí se dedicó a probar las pastelerías más famosas del mundo, y ese registro lo comenzó a publicar en Instagram. Lo que más recuerda es un postre de 30 euros con forma de fruta del chef francés Cédric Grolet. “Aluciné con el packaging. Eso me marcó, vivir la repostería como una experiencia”. 

Aunque al segundo mes tuvo que regresar a Chile porque los síntomas seguían intensos, dice que regresó más motivada que nunca a seguir con la cocina. “Cuando casi no podía usar las manos por la artritis que tenía, tuve un abrir de ojos, de darme cuenta de que yo ya sabía qué quería hacer con mi vida. Fue tanta mi hambre de vivir, mis ganas de no perder mis manos y desaprovechar mi talento, que decidí dedicarme de lleno a Sweets”, dice. 

Finalmente le diagnosticaron una enfermedad mixta del tejido conectivo, “es como un lupus”, explica.
 

Dos empresas

Para la pandemia, Hamilton decidió crear una empresa de publicidad. “Como me moría de miedo vender algo de comida y que me dijeran que le di Covid a alguien, empecé a subir mis recetas y a la gente le encantó”. Ya en 2021 su número de seguidores aumentó y varias marcas comenzaron a ofrecerle alianzas de marketing. Hasta ahora, la influencer ha trabajado con Minuto Verde, Apple, La Fete, Jumbo, entre otras. “Es muy entretenido”, comenta.

Hoy, el equipo de Sweets Hamilton lo conforman Teresita, una gerenta de ventas (su prima), un contador, una jefa de cocina encargada de insumos, y ayudantes de cocina, en su mayoría jóvenes. Además, tiene una estudiante en práctica que la ayuda con el contenido que graba todos los días en la cocina de su casa. 

Pese a que ha tenido trabajo estable durante el último año, la joven admite que comenzó a sentir incertidumbre sobre el futuro si es que dejaba las redes sociales. “Ahí no iba a tener mi marca capitalizada en nada”. Por eso, cuenta, decidió reabrir la empresa comercializadora que creó en pandemia cuando vendió utensilios de cocina y presentarse en el evento como emprendedora. “Quise volver a mis inicios”, dice. “El puesto en el Bazar ED fue mi lanzamiento como pastelera”.

Para preparar las miles de galletas arrendó una cocina industrial en Santiago Centro que le permitiera contar con una resolución sanitaria.

“Quería partir este negocio con todo bien hecho para no tener ningún problema jamás. Especialmente porque mi Instagram ya es conocido”. El plan de acción inicial, cuenta, era hornearlas el día previo a la venta. Pero, el éxito fue tal que tuvo que conseguir más manos y más cocinas para estar de 8:00 a 20:00 horneando el fin de semana. 

Dice que el siguiente paso de Sweets Hamilton es montar stands pequeños en distintas ferias, sacar un recetario online y empezar a recibir, poco a poco, encargos de tortas. “No quiero lanzarme de una con todo porque es mucha inversión, mucho riesgo”, señala. “Me acuerdo de lo que pasó en el bazar y me dan ganas de llorar de la emoción.  Te hace sentir muy agradecida”.

Su sueño, asegura, es abrir pastelerías por todo Chile. “Pero siempre siendo cautelosa: ver si es que tengo para reinvertir, ir de a poco. En el fondo, equiparme para poner bien los cimientos del negocio”.

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